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En junio de 1936 Rafael Morales visitó por primera vez a Vicente Aleixandre en su mítica casa de Velintonia. Poeta adolescente, leyó al maestro los versos que acababa de publicar en la talaverana revista Rumbos. «Era un joven, casi un niño», recordará posteriormente Aleixandre en su libro de semblanzas Los encuentros. Para Morales, el autor de La destrucción o el amor, libro que leyó por entonces con admiración, se convirtió en maestro y «hermano mayor». La guerra no corta la amistad, sino que la fortalece. Morales visita a su convaleciente amigo en compañía de varios paisanos y entabla allí relación con Miguel Hernández. El epistolario que aquí presentamos, conformado por 121 cartas, es uno de los más amplios escritos por Aleixandre, consumado especialista en estas labores. Abarca, además, un periodo, el de la inmediata posguerra, del que restan pocos rastros. Del conjunto sólo una carta está escrita por Morales, el resto fue expedido por Aleixandre y amorosamente guardado por la familia del poeta talaverano. Aleixandre envía sus versos inéditos a su joven amigo, al que además ayuda a pulir los suyos. Velintonia se convierte en santuario para los jóvenes poetas y para todo aquel con ínfulas literarias que pasa por Madrid. «Velintonear» será el neologismo que Aleixandre acuñe para designar ese hábito. Y Morales no faltará a la cita, con «versos en los bolsillos», cuando la ocasión sea propicia. También por las cartas asoma un tiempo ingrato, de estrecheces materiales y ruindad moral: premios amañados y coerción política. Además del intercambio epistolar se reúnen en este volumen los textos críticos y los versos que ambos corresponsales se dedicaron entre sí. Vida y literatura se funden y confunden en unas cartas que dejan testimonio de una larga y sólida amistad amasada a lo largo de prácticamente 50 años.Vida, amistad y literatura grabadas en 121 cartas enviadas por el maestro Vicente Aleixandre al pupilo Rafael Morales.Vicente Aleixandre (Sevilla, 1898-Madrid, 1984). Miembro destacado del 27. Poeta de sostenida calidad, largo aliento y acendrada personalidad. Sus inicios están próximos al surrealismo. En 1934 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con La destrucción o el amor. En la posguerra publica Sombra del paraíso, uno de los hitos del periodo, y algunos años más tarde Historia del corazón, con ribetes sociales. En 1950 ingresa en la Real Academia de la Lengua. Su poesía última es reflexiva, tendente a la abstracción. En 1977 se le concedió el Premio Nobel de Literatura.Rafael Morales (Talavera de la Reina, 1919-Madrid, 2005). Poeta encuadrado en la primera promoción de posguerra. Se da a conocer en 1944 con Poemas del toro, libro que inaugura la longeva y prestigiosa colección Adonáis. En los 40 y 50 publica libros como Los desterrados o Canción sobre el asfalto (Premio Nacional de Poesía) en los que proyecta una mirada compasiva sobre los seres y las cosas más humildes. Su poesía última, quintaesenciada y reflexiva, destila belleza.Pablo Rojas (Toledo, 1965). Doctor en Filología española. Ha publicado en Renacimiento Poetas de la Nada. Huellas de Dadá en España, junto con ediciones de Ernesto López-Parra (Imágenes iluminadas), Guillermo de Torre (Tan pronto ayer) y Manuel Forcada Cabanellas (De la vida literaria).