Vicente Blasco Ibáñez publica “Arroz y tartana” en 1894, caracterizada por el ambiente valenciano, tan típico de la primera etapa de su obra. Ibáñez realiza una pintura realista y detallada de la vida en la ciudad levantina a finales del XIX, reflejando las inquietudes de unos tiempos convulsos y novedosos. En ella narra la caída de una familia, de la incipiente burguesía española, como resultado de su obsesión por las apariencias.