Las pruebas de ADN no mienten. Excepto cuando lo hacen.
Cuando un hombre es asesinado en su cama, las pruebas de ADN identifican de forma concluyente al asesino. ¿El único problema? El asesino está cumpliendo una sentencia de cadena perpetua por asesinar a la esposa de ese hombre más de seis años antes.
La oficina del médico forense pide ayuda al patólogo forense Bodhi King. Sin embargo, Bodhi tiene un conflicto: trabajó en el caso original antes de su retiro.
A medida que Bodhi desenreda la red de pruebas, su búsqueda de claridad pone en tela de juicio el trabajo de sus antiguos colegas y le lleva por un peligroso camino de secretos, mentiras y violencia. Y su compromiso con la verdad puede resultar fatal.