De hecho, durante su carrera artística, Rafaela desarrolló muchos talentos. El payaso español, con quien aprendió su idioma, le enseñó a cantar tocando la mandolina. No pocas veces Madeimoselle Capela se había ganado un fuerte aplauso, cantando en el escenario vestida de española. Durante los largos meses de miseria, Rafaela se ganó el pan de cada día interpretando canciones picantes y arias napolitanas.
Nunca había cantado con tanta vitalidad y expresividad frente a una gran audiencia como lo hacía ahora frente a un solo oyente deslumbrado, cuya mirada incandescente y respiración jadeante eran prueba que él estaba bajo sus poderosos hechizos.
Sí, de hecho, de todo su ser parecía emanar un encanto diabólico. La propia Rafaela parecía haberse transformado. Las mejillas, generalmente pálidas, se volvieron rosadas; los ojos verdes lanzaban llamas, mientras que los mechones de cobre, como un halo, enmarcaban su cabeza. En ese momento, ella encarnó su propia lujuria..."