Aprender a resolver conflictos es una oportunidad para educar emocionalmente. Las emociones están en la base de cualquier conflicto, por tanto, su gestión pide intervenir en las emociones más que en el conflicto mismo. Creo que a menudo hemos caído en la trampa de gestionar directamente el conflicto sin tener en cuenta si estábamos ayudando o no que se produjera un cambio en la gestión emocional de las personas que intervenían en el conflicto. Permitidme que lo explique mejor con un ejemplo: "Es la hora del patio. Laura y Carla están peleando. La maestra se acerca y pregunta qué pasa. Carla dice que Laura no le deja la bicicleta y que ella la quiere. Laura dice que la Carla siempre la quiere y no la deja nunca ... la maestra les dice que tienen que entender que sólo hay una bicicleta y que deben ponerse de acuerdo e ir un rato cada una. Tanto Laura como Carla siguen agarradas a la bicicleta y no la sueltan. la maestra les dice que si no se ponen de acuerdo, ella les tomará la bicicleta. ambas aún cogen más fuerte la bicicleta queriéndola tomar a la otra. la maestra les dice que como así no hay maneras, coge la bicicleta y se la lleva iv les dice que tienen que aprender a compartir las cosas. " Fijémonos en que la maestra sí pone fin a la pelea entre las niñas, pero la pregunta interesante es si realmente ayuda a la gestión emocional que radica en la base del conflicto. ¿Qué sienten las dos niñas? Y sobre todo, la gestión del conflicto que hace la maestra, contribuye a educar emocionalmente? En este libro se tratan este y muchos otros puntos de la educación emocional en los centros educativos.

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