El caso que Jesús presentó acerca del espíritu inmundo que anda buscando reposo luego de salir de una persona, nos demuestra, primero, que no son los lugares inhabitados los que los demonios buscan, que los demonios optan por vivir en los mismos asentamientos urbanos establecidos por el hombre; y, segundo, nos demuestra que las fuerzas demoniacas dependen del "hombre" para poder ejercer su dominio sobre la tierra; o mejor dicho, dependen de los hechos de éste, o éstos, para operar con derecho sobre la región. Las Potestades y Principados demoniacos estacionados en una región habitada nunca operan en independencia de las gentes que viven en ellas, son los hechos de sus habitantes los que las convocan, conciertan con ellas y hacen que se establezcan en su región. Basados en este hecho, la única forma de desvirtuar la potestad de las fuerzas espirituales del lugar es invalidando las obras de aquellos que les dieron derecho a establecerse en el sitio. No se puede evangelizar sin entender que al hacerlo estamos entrando en una guerra espiritual, y esta es la razón por la cual el Evangelio no ha podido entrar en áreas aparentemente ateas y/o paganas. El libro es un manual de instrucción sobre cómo establecer el mensaje del Evangelio en regiones que han estado cerradas al Reino de Dios. Te invitamos a leerlo.