Cuando uno cumple una cierta edad, comienza a ver en perspectiva todo lo que ha hecho y lo pone en una balanza junto a lo que nunca se animó a hacer. Dicen que en la vida, un hombre debe tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro, de esta forma, su vida tendrá sentido y logrará trascender.
Dos de las anteriores quedan completamente descartadas, por la edad y porque en realidad nunca me ha interesado cuidar a nadie que no sea yo mismo. Eso lo entiendo después de mis cuatro matrimonios fallidos.
Nunca he sido el tipo de hombre que se preocupa por cumplir las expectativas de la sociedad, pero supongo que es mi parte humana la que me pide intentar aunque sea una de ellas, en la que es menos probable que fracase. Al menos estas hojas en blanco no tienen la necesidad de hablarme, ni de convivir, ni requieren de un sustento significativo de mi parte para sobrevivir.
Crear vidas que no necesariamente tendré que cuidar más tarde.