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Los prospectos de cine también llamados programas de mano son papeles coloreados, en el anverso, de distintos tamaños normalmente, de 10 x 15 centímetros y forma rectangular, aunque los haya de otras dimensiones, habiéndolos, incluso, troquelados en los que figuran dibujos e imágenes relativas a las películas y sus protagonistas, conteniéndose, en el reverso, información impresa diversa, relativa a los cines en que se proyectan, salas, precios y otros datos diversos, referentes a las películas que se anuncian en el anverso de los mismos. . Los prospectos eran muy bonitos, en la inmensa mayoría de los casos, pues fueron muchos y buenos quienes los hicieron en España, firmándolos en su caso, aun no siendo ello frecuente con su propio nombre o con seudónimo y destacando, entre los mismos y después de 1936, autores como Albericio (Fernando Albericio), Herreros, Jano (Francisco Fernández-Zarza), Mac, Montalbán (José Montalbán) y Soligó (Josep Soligó). . El objetivo fundamental de los prospectos era, como es lógico, publicitar las películas que se proyectarían próximamente, haciéndolas atractivas a los ojos de los potenciales espectadores. . Ello sabido, decir, con Francisco Badía Yébenes, que la época de apogeo, en España, de los prospectos dichos se sitúa en la franja de tiempo que va entre 1940 y 1960, perdiendo, después y paulatinamente, interés para las productoras, las distribuidoras y los cines mismos, al recurrir los potenciales espectadores, cada vez con más frecuencia, a la cartelera de cine que se insertaba en los diarios de las localidades respectivas, a pesar de lo cual y para ampliar el espectro, el autor ha decidido fijar la atención en los programas que se hicieron de películas entre el año 1936 y el año 1970. . Cuando, en ese período, los prospectos estaban en su apogeo, se repartían en los cines y se dejaban montoncillos de los mismos en las barras de los bares, las peluquerías, las librerías o los lugares más insospechados, llegando a entregarse en mano a la salida de misa. La existencia de tantos puntos de distribución hizo que las tiradas fueran importantes, no siendo infrecuente que superaran los 5.000 ejemplares. . En la España de la época en la que hemos fijado la atención, el cine de más éxito, con poquísimas excepciones, era el norteamericano, pues de esta nacionalidad eran las productoras que copaban el panorama mundial. . Dentro del norteamericano, destacaban las películas galardonadas con los oscars de la Academia de Hollywood, pues se asociaba no sin razón óscar con calidad, hasta el punto de que, como signo de distinción, se hacía figurar la estatuilla que representaba al premio en los prospectos. Si tenía la película muchos oscars, se ponían, incluso, muchas estatuillas. . Sobre estas bases, en las páginas siguientes el autor trae a colación prospectos relativos a películas galardonadas con oscars e, incluso, algunas nominadas para los dichos premios, nominación que no era poca cosa. . Al glosar cada una de dichas películas, el autor hace referencia, desde una perspectiva muy personal, a cuestiones estrictamente cinematográficas y, también, a otras relacionadas con su gestación, las vicisitudes del rodaje y la notoriedad alcanzada por quienes protagonizaron las mismas, chismes incluidos, que, bien intencionados, son la sal de la vida, sirviéndose, para tal hacer y entre otras fuentes, de la magnífica Enciclopedia de los Oscar de Luis Miguel Cardona. . Viendo los programas, explicados y adornados por los textos que siguen, podrá verse que la gestación y realización de las películas, sus vicisitudes, las curiosidades relativas a la vida de los participantes en las mismas y las circunstancias que tienen que ver con su selección son tan curiosas, tan novelescas, que pueden competir, como si fueran ficción, con las películas mismas. . á . á