Jesús fue un VERDADERO INOCENTE. Enfrentó siete juicios: 1) Anás, sin sentencia, 2) Sanedrín, declarado culpable (inválido por muchas violaciones a la ley judía), 3) Sanedrín, repetido en la madrugada, ante la nulidad del anterior, declarado culpable (también es inválido), 4) Poncio Pilato lo declaró inocente, 5) Herodes Antipas, sin sentencia, 6) Poncio Pilato lo declaró inocente nuevamente, y 7) aberración legal por Poncio Pilato y el tribunal de la muchedumbre. Sin formular cargos ni presentar pruebas, Jesús fue condenado a muerte.
Poncio Pilato emitió dos sentencias firmes de inocencia a favor de Jesús, que luego fueron desconocidas, y ninguno de sus acusadores pudo presentar una sola prueba contra Jesús.
Más aún, Poncio Pilato, además de evadir sus responsabilidades como juez y manejar inapropiadamente un conflicto de intereses, cometió delitos graves en el último juicio: a) inició un juicio atípico, irregular, inválido, ilegal e ilegítimo contra Jesús, b) otorgó a una multitud enardecida el poder de actuar como un tribunal de justicia, c) aceptó una pena de muerte sin cargos ni pruebas condenatorias, y d) autorizó la crucifixión de Jesús o la aplicación de un método de ejecución destinado únicamente para los condenados en los tribunales romanos.
Evidentemente hay una flagrante falta de competencia de este tribunal de la muchedumbre y también una gran responsabilidad por parte de las autoridades judías, quienes desconocieron las dos sentencias de inocencia favorables a Jesús, y se empeñaron en condenarlo, sin respetar sus derechos legales.