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En el verano de 1975, un periódico recordaba cómo había llegado el Pazo de Meirás a manos de Franco, como obsequio por el pueblo coruñés, a través de una masiva suscripción popular, en gesto de reconocimiento y gratitud al capitán supremo de las victoriosas tropas nacionales.A Emilia Pardo Bazán ni la mencionaban. Que una mujer noble, culta y libre había habitado el Pazo antes que el caudillo era un relato demasiado arriesgado para la prensa. Las expropiaciones a los vecinos, las torturas y los asesinatos eran un producto de ciencia ficción que ningún periodista podía publicar y que, por supuesto, el público no podía leer para ?garantizar la paz que el régimen había conseguido después de tantos esfuerzos?.Q uienes, de una forma u otra, habían padecido cada una de las estancias de Franco en Meirás, sabían que en aquellas letras de molde se encerraba un relato construido por el régimen. Un mito. Pero no podían decirlo. Solo callar. Solo el silencio.Eso es Meirás. Una historia llena de silencios, de esos silencios dañinos que tapan una realidad que pretende enterrarse en algún lugar desconocido como si nunca hubiese existido. Pero eso ya es imposible, por muy bien atado que lo hayan dejado todo.Y es imposible porque la historia de Meirás es nuestra historia. Son nuestras historias y, por muchos intentos de acallarlas, son miles de memorias las que hoy se atreven a decir las palabras que durante mucho tiempo tuvieron prohibidas. ?Meirás. Un pazo para el caudillo? es, ante todo, un altavoz necesario de una victoria de los que nunca quisieron olvidar en tiempos donde la amnesia era necesaria para sobrevivir. Son las gotas de color que desdibujan, ahora, una historia oficial escrita en blanco y negro, donde los grises impedían hasta la primavera.Escrito por Manuel Pérez Lorenzo y Carlos Babío Urkidi, y publicado por la gallega Cumio Editora, el libro es auténtico jarabe democrático para nuestra sociedad y un merecido reconocimiento a la lucha del pueblo de Sada por recuperar una memoria secuestrada.El prólogo, obra de un orgulloso Manuel Rivas que firma ?con la alegría de la conciencia, desde un pazo liberado?, es el canto a la dignidad y a la justicia de los que fueron torturados, de los presos y de los que ya no están con nosotros. Por ellos cantan sus familias, porque nunca es tarde si la dicha es buena. Y lo es.