Melanie: La epidemia de vanidad La vanidad, una eterna costumbre que se niega a desaparecer, ha competido con la belleza física desde tiempos remotos. Incluso en la actualidad, la apariencia exterior sigue siendo coronada como un criterio de valoración. Se han desarrollado innumerables productos, desde cremas hasta lociones, con el n de perfeccionar las leves imperfecciones de un rostro hermoso. Melanie Malvista no fue la primera en sucumbir a la vanidad, sino simplemente un reejo de lo que hemos sido y continuamos siendo cuando nos miramos al espejo y priorizamos nuestro exterior en lugar de nuestro interior. En el último capítulo de esta tetralogía, Wilian Arias nos transporta a un mundo en el que la belleza tiene un alto precio, no solo en términos monetarios, sino también en sacricios personales. En este contexto surge Ivania Cherryl, una mujer dotada de un talento innato para reconocer y aprovechar su propia hermosura. Su ambición es tan desmedida como su habilidad, y llega al extremo de obligar a su hijo bastardo a competir por una corona en nombre de la belleza con la que nació. A puertas cerradas, se asegura de que expertos en belleza lo cuiden como si fuera una criatura frágil, utilizando tratamientos y medicinas desconocidos incluso para el propio niño. Este proceso de embellecimiento se asemeja a las prácticas contemporáneas de nuestras generaciones, que son capaces de pasar horas en el gimnasio para lograr un cuerpo escultural, recurriendo a productos químicos que, a largo plazo, dañan su organismo. Se preocupan obsesivamente por lucir hermosos y estéticos por fuera, pero descuidan su interior, que se vuelve vacío y antiestético. En esta cautivadora obra, Arias nos confronta con nuestra obsesión por la belleza externa, explorando hasta qué punto estamos dispuestos a llegar para alcanzarla y qué consecuencias acarrea esta búsqueda incansable