Cuando el cristo de la iglesia se tornó negro, muchos fieles pensaron que era un milagro, sin embargo, hubo otros que le temieron y nunca más volvieron a ese lugar. Aquellos que se quedaron vieron hechas realidad sus peticiones de la forma más bizarra… ¿Y es que los pecadores merecen milagros?, ¿quién realmente está escuchando las peticiones, santos piadosos o astutos demonios?