Cuando soñaba con serpientes, que alguien me perseguía o que me caía de un avión, nunca corría al cuarto de mis padres para dormir con ellos.
El mundo del sueño es más perturbador que fantástico. Es por eso que existe una guarida escondida en la Luna que custodia todas las pesadillas.
Cuando esa guardia abre su puerta para atrapar un nuevo miedo, una que otra, inevitablemente, se escapa y me cae en la cabeza de noche.