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Las memorias de una de las mujeres más inteligentes del siglo XX. No es que los acontecimientos de su vida fueran material de novela: es que ella supo narrarlos de modo que lo parecieran. La vida de Lillian Hellman fue intensa y peculiar, pues estuvo presente en los conflictos más importantes de su época como la Guerra Civil Española, la resistencia anti-Nazi en Austria y Alemania, la oficialidad soviética o la persecución de los cineastas de izquierdas por el senador McCarthy, pero lo fundamental fue su capacidad de seleccionar los mejores momentos de cada experiencia y relatarlos en un cuadro perfecto que nos absorbe y nos coloca a su lado en plena acción. Quizá lo menos relevante de cuanto Hellman nos cuenta en estas páginas sea su carrera, las once películas y doce obras de teatro de éxito que escribió, y lo crucial sean en cambio las relaciones humanas de cuantos intervinieron en ellas, empezando por su larga y particular historia con el novelista Dashiell Hammett, un vínculo que alternó lo amoroso con la amistad y que estuvo marcado, como casi todo en su vida, por reglas propias. Ni romántica ni sentimental, Hellman fue una mujer con atributos muy suyos: le gustaba cazar, pescar, y desde luego beber y fumar consu amiga Dorothy Parker, pero más que nada le gustaba narrar. Estas memorias, que quieren recordarla a los treinta años de su muerte, son un homenaje a una gran mujer y una gran escritora, que pisó fuerte y siguió andando hasta el final de sus días.Reseña:«Tras leer Una mujer con atributos siento algo próximo a la fascinación. No me importa que el adjetivo sea inmoderado, porque mi deslumbramiento se asienta en muchas razones: el retrato de una época, el autorretrato de una mujer, pero sobre todo la capacidad de la autora para hablar de lo más importante como si no estuviera haciéndolo. [?] Sus textos, limpios, precisos y sutiles en su habilidad para pautar el tiempode la narración, conforman la imprescindible veladura, la transparencia bajo la que se esconde el trazo original».Marta Sanz, Babelia «No es que los acontecimientos de su vida fueran material de novela: es que ella supo narrarlos de modo que lo parecieran. [?] Ni romántica ni sentimental, Hellman fue una mujer con atributos muy suyos: le gustaba cazar, pescar, y desde luego beber y fumar con su amiga Dorothy Parker, pero más que nada le gustaba narrar».Benito Garrido, Culturamas «La dama sin miedo».E. Vasconcellos, El Mundo «La leyenda viva de Lillian HelIman no creció sólo de sus libros, sino de su actitud vital, especialmente vigorosa en la época del macartismo, cuando ello defendió sus ideas frente al famoso cazador de brujas».El País«Su figura adquiere tintes legendarios cuando se repasa su biografía a lo largo del siglo XX: [?] un itinerario vital recogido en el libro Una mujer con atributos».Carles Gámez, SMODA