Una cara para el amor
Como toda historia de hadas esta debería comenzar con el Erase una vez, ya que trata de reinos, desagravios, príncipes y princesas. Se desarrolla en un país cuyo nombre recuerda a esos tantos otros con apellidos de Landya que precedido por Ricky, indica que se inspira en algunos datos reales de la biografía del conocido cantante Ricky Martín, como su origen portorriqueño y su lucha por encontrar el verdadero amor, aunque este vulnerase los cánones acostumbrados de bellezas, linajes y hasta géneros.
Con un encanto parecido al de la isla que describe Wilian Arias nos adentra en esta historia de amor donde una vez más la fealdad y la belleza van a ser rivales.
Primero llama la atención la facilidad con la que este joven va recreando su universo literario: Un bosque donde conviven humanos y animales todos con el denominador común de ser feos.
No se asuste usted lector no es una recreación de "vivieron feos para siempre" no se trata de igualdad sino del respeto a lo diferente, de la convivencia en paz a pesar de las malvadas brujas y sus hechizos.
La bella y la bestia no, el bello y la bestia tampoco porque la fealdad no es sinónimo de brutalidad ni viceversa. El autor de este libro también es latino, del bello El Salvador, donde señorean Las tres Marías, y en más de una ocasión ha sido elogiado por ser un orgullo latino porque se ha dedicado a escribir historias donde trata de luchar contra los males que aquejan a los jóvenes que buscan triunfar a través de su esfuerzo personal, en un país donde casi todo es posible.
Esta obra es la mejor forma de homenajear a un cantante exitoso, que ha demostrado que el amor no tiene cara y además de buen padre ha puesto en alto el nombre de los latinos con su arte.
Dulce María Sotolongo Carrington