En esta obra nos proponemos estudiar algunos de los aspectos de la época actual, precisamente aquellos que la han convertido esencialmente en una época de disolución y abordar al mismo tiempo el problema del comportamiento y de las formas de existencia que, en una situación así, interesa adoptar a un cierto tipo humano.
Esta última restricción no deberá ser nunca perdida de vista. Lo que se va a leer no afecta al conjunto de nuestros contemporáneos, sino únicamente al hombre que, aun estando comprometido con el mundo actual, incluso allí donde la vida moderna ha alcanzado el punto más álgido, problemático y paroxístico, no pertenece interiormente, sin embargo, a este mundo, no contempla la posibilidad de ceder a él, y se siente, por su esencia, de una raza diferente a la de la mayor parte de los hombres.
El lugar natural de un hombre así, la tierra en la que no sería un extraño, es el mundo de la Tradición: esta expresión tiene aquí un carácter particular que ya hemos precisado en otras ocasiones próximo a las categorías utilizadas por René Guénon en su análisis crítico del mundo moderno. Según esta acepción particular, una civilización o una sociedad son "tradicionales" cuando están regidas por principios que trascienden lo que no es más que humano e individual, cuando todas sus formas le vienen de lo alto y cuando está enteramente orientada hacia lo alto.