Si perteneces al 70% de personas que sufren despidos en el trabajo, puedes creer que sólo tienes tres alternativas: dejar tu trabajo. Soportar y sentir dolor. Alternativamente, inicie un plan de contingencia para la evacuación. Las dos opciones iniciales son desagradables. ¿Es el tercero? Seguir una carrera como profesor de yoga o agricultor orgánico sin duda supondrá un cambio significativo en su vida.
Además, ¿cuál sería la justificación para renunciar a un puesto al que dedicó tiempo, esfuerzo e incluso sufrió dificultades para obtenerlo? ¿Por qué renunciar a ciertas ventajas asociadas a un horario de trabajo regular, como la estabilidad y un equilibrio armonioso entre la vida personal y laboral?
Sin embargo, no hay necesidad de preocuparse. Hay otra alternativa. Tienes un mayor grado de influencia sobre la situación de lo que crees.
El punto principal que se transmite aquí es que los individuos tienen la capacidad de determinar las características y aspectos específicos de su ocupación.
La asociación entre usted y su empleador puede caracterizarse como un contrato social. Según las condiciones, ambas partes tienen expectativas y obligaciones mutuas hacia el otro. En pocas palabras, la asociación debe ser mutuamente beneficiosa.
Por tanto, pregúntate: ¿qué ventajas obtengo de mi profesión? ¿Cuál es tu salario? ¿Cuales son tus logros? ¿Cuál es el impacto? ¿Qué beneficios recibe mi trabajo por mis aportes? ¿Esta relación promueve el bienestar y los beneficios mutuos para ambas partes involucradas? Además, aunque el compromiso acaba influyendo en tu nivel de satisfacción, utiliza este análisis para evaluar también tu dedicación al trabajo.