El Evangelio no es una religión. Debido a los esfuerzos de las sociedades occidentales por sistematizar los aspectos del culto cristiano, con el propósito de distinguirlo de las otras formas de adoración, el Evangelio ha adquirido matices religiosos donde los rituales culticos han cobrado más importancia que el mensaje mismo que la sustenta y le da vida. El Evangelio no es una religión, no subsiste para enseñarle al hombre y a la mujer a adorar a Dios, su propósito es enseñarles a cómo vivir agradando a Dios.
El Evangelio es una doctrina. Aunque en los inicios de la proclamación del Evangelio, tanto Juan el Bautista como aun el mismo Jesús, ambos, enfatizaron que el Evangelio consistía en un "mensaje", es decir, en un llamado al arrepentimiento; muy pronto se convirtió en Jesús en un cuerpo de instrucciones divinas, que promovían que aquellos que las siguieran se convertirían en hombres de fe.
El Evangelio es la reestructuración de un código de conducta para vivir la vida terrena conforme los principios del Cielo, razón por la cual Jesús presentó sus enseñanzas como mandamientos que había recibido del Padre.
De allí que en su enseñanza y por la forma de cómo Mateo la presenta, Jesús llama al hombre y a la mujer a revisar todo lo que sabe de la Ley Mosaica, para aquellos que salen de ese contexto, para a partir de ella reestructurar la forma de vida que debe observar, si es que la persona quiere volver en amistad con Dios. Mateo lo presenta en una continua forma de comparación, entre expresiones de oíste que fue dicho, y la conclusión de Jesús, de, pero yo os digo,
Los evangelios también presentan el Evangelio como la condición para superar la justicia de la Ley. El Evangelio es la forma de vida que restituye al hombre y a la mujer a su estado anterior a la desobediencia de Adam, donde el hombre y la mujer tenían un solo mandamiento que cumplir.