La princesa Nora Corazón creció siendo una
niña caprichosa y altiva. Ascendió con todos
los lujos y comodidades; nunca le faltó nada,
a excepción de disciplina, amor propio y
respeto por el prójimo.
De su madre, a quien llamaba "bruja infame"
solo heredó vaciedades. No solía imaginar
desposarse al lado de un fino y distinguido
príncipe. Decía que había nacido para vivir
al límite hasta su último aliento.
La vida parecía haberle escuchado pues,
un buen día conoció a un truhán llamado
Juan de San Juan.