"Pero el Señor nuestro Dios es misericordioso y perdonador, aunque nos hayamos rebelado contra Él". Daniel 9:9
A la congregación que rinde culto en la Iglesia Catedral de Gloucester. Queridos hermanos en el Señor, en los días señalados vuestra expectación se dirige a mí para que os enseñe. Desempeñar tal deber es para todo ministro de Cristo el gozo de los gozos. Más allá de toda duda, el púlpito es el puesto más alto del hombre; aparecer como embajador del Rey de reyes, y proclamar el camino de la vida, es un privilegio que los ángeles podrían desear ambiciosamente. Lo siento fuertemente; no hay palabras que puedan expresar mi estimación de esta gran obra. Este sagrado ejercicio requiere vigor, energía y fuerza; en su desempeño, todas las facultades deben desplegar su poder. Pero cuando el peso de muchos años se deprime, estas cualidades deben dejar de florecer; la decadencia seguirá los pasos de la vida que declina. Ahora me toca sentir esta suerte común de la vejez, y por eso busco algún sustituto para el servicio público en una iglesia tan grande. Para suplir esta ausencia de discurso oral me atrevo a presentarles este volumen.