En un tranquilo mes que precedía al aniversario de su esposo, Marina se encontraba inmersa en reflexiones. Aunque la comunidad estaba ansiosa por celebrar la ocasión, ella misma dudaba en participar plenamente. Robert, su esposo, era un influyente dueño y director de un molino local, un emprendimiento que, en una pequeña ciudad provinciana, adquiría proporciones notables.
El molino era una pieza central en la vida de la comunidad, atendiendo a una demanda considerable entre los lugareños. Marina, que había compartido su vida con Robert durante una década, comenzaba a cuestionar la validez de sus elecciones en los últimos años. La joven que soñaba con dejar su olvidada aldea al casarse con un chico de la ciudad empezaba a darse cuenta de que la vida familiar con Neorab nunca fue ideal.
En medio de crecientes sospechas sobre la fidelidad de su esposo, Marina se enfrentó a la dura realidad de que él tenía a alguien a su lado. Esta revelación la hizo cuestionar la esencia de su matrimonio y, quizás, la razón por la cual aún no tenían hijos juntos. Las dudas de Marina la llevaron a reflexionar sobre la posibilidad de divorcio, un pensamiento que la atormentaba.
En el punto álgido de su reflexión, Marina se encontró con su amiga Luda, cuyo propio viaje de superación de un matrimonio difícil servía como ejemplo. El diálogo franco entre las amigas desencadenó una epifanía en Marina, que decidió, después del aniversario de su esposo, poner fin a una relación que ya no la completaba. Sentía una determinación creciente para reclamar su independencia y buscar un amor verdadero.
La historia de Marina es un profundo análisis de las complejidades de la vida rural, donde las relaciones familiares, los sueños no realizados y la búsqueda de autenticidad se entrelazan. A medida que enfrenta la perspectiva de un nuevo comienzo, Marina busca su propia definición de felicidad, rompiendo con patrones que ya no le sirven.