Venís a pasar una temporada en la capital de vuestro país. Rápidamente las horas de vuestra estancia volarán. Pero en este pequeño espacio, mucho bien o mal puedes aprender y hacer. Tus pies pisarán el camino hacia arriba o hacia abajo. Hacia el cielo o hacia el infierno te moverás diariamente. Mejor o peor te irás, mejor o peor dejarás a otros. Pero, ¡oh! ¡qué enorme es la diferencia! Acepta esta bienvenida como prueba de que tienes amigos que anhelan guiarte hacia el mejor camino.
El desfile y el ejercicio han terminado por hoy. El tiempo está libre. Conversemos entonces. Cruzo el umbral de mi diseño principal preguntando simplemente, ¿cuál es el propósito de esta visita? ¿Por qué has dejado tu tranquilo catre - tus campos - tu granja - tu trabajo familiar? ¿Por qué has cambiado tu atuendo rústico por el abrigo rojo? ¿Por qué se abandonan los rebaños que mugen, los rebaños que balan y las arboledas que cantan por el ruido de los pífanos y los tambores? ¿Por qué el carro y el arado han sido cambiados por la mosquetería y los cañones?
Espero que respondáis noblemente que el deber os llama y obedecéis.
Si pregunto ¿qué deber? Responderéis que tal vez algún enemigo extranjero amenace con invadirnos, o que un tumulto civil pueda perturbar nuestra paz, o que la violencia de los rufianes pueda causar alarma; para estar preparados para la defensa debéis aprender el arte militar y todo el entrenamiento bélico del campo; Inglaterra debe presumir de tener un campesinado bien disciplinado en las armas y capacitado para luchar por la Reina, por la patria, por el hogar y por todo lo que nuestros corazones aprecian; la paz está asegurada cuando nadie se atreve a romperla; un soldado preparado evita los ataques. Así, el celo por nuestra tierra natal nos impulsa a prepararnos.