Porque, con efecto, nadie podrá prescindir de que los Estados-Unidos son una gran nación, para la cual el problema de la esclavitud llegó a ser el primer problema, mientras que nuestras Antillas son unas meras dependencias de España, preocupada, al par que de la cuestión social ultramarina, de otras no menos graves cuestiones entrañadas en la situación general del país.
De igual suerte, tampoco es posible pasar por alto que el problema de la abolición se complica en el Norte de América con la guerra civil y la cuestión de la separación de ciertos Estados, siendo de advertir que los poseedores de esclavos y los resistentes a la abolición son precisamente los separatistas, mientras que en nuestras colonias, o no hay guerra, como en Puerto Rico, o la lucha entre los insurrectos y el gobierno toma, como en Cuba, un carácter perfectamente distinto en su origen, su actualidad y su sentido, al de la contienda sostenida por los ejércitos de Lee y de Grant y los esfuerzos de Davis y Lincoln.
Por último, conviene no olvidar que las proporciones y la importancia que la esclavitud en sí misma tenía en los Estados Unidos, eran muy diversas a las que ofrece en nuestras islas de Cuba y Puerto Rico. Allí el número de esclavos llegaba a 3.953.760 al lado de 488.005 hombres de color libres y 27.003.224 blancos en una extensión de más de ocho millones de kilómetros cuadrados.
Aquí se trata de comarcas pequeñas, cuyos límites fija el mar y cuya población total, donde más, pasa difícilmente de millón y medio de almas.
Verdad es, sin embargo, que cuando de la esclavitud se habla es costumbre referir todas las observaciones a los trece Estados del Sur. Pero así y todo, sucede que siempre hay una diferencia inmensa entre esta vasta extensión de 2.000.000 de kilómetros, poblados por 11.830.000 almas (7.830.000 de blancos, 146.700 negros libres y 3.855.000 esclavos) y que representaba, sin comprender el valor de los siervos, las dos séptimas partes de la riqueza de toda la república, y el territorio y las condiciones de aislamiento y de vida mercantil de nuestras Antillas.