Internet se ha convertido a día de hoy en una herramienta de comunicación más en nuestro día a día. Sin darnos cuenta, usamos Internet para enviar información personal para solicitar información sobre algunos productos, dar nuestras opiniones en foros o blogs, realizar algún tipo de gestión con alguna entidad bancaria o gubernamental, abrimos correos que parecen ser de personas o entidades conocidas cuando realmente no lo son, instalamos lo que nos ofrecen en Internet sin saber realmente lo que hace, publicamos datos personales en redes sociales que pueden ser accesibles desde cualquier parte del mundo, invertimos en negocios increíbles que nos hacen creer que vamos a ganar fortunas sin ningún esfuerzo y un sin fin de cosas más que hacemos diariamente, y pocas veces prestamos la suficiente atención a la seguridad de nuestro ordenador, a la privacidad de nuestros datos, y peor aún, confiamos en personas que se nos presentan de la nada, con buenas palabras, con una buena imagen y con un buen producto, y con nos damos cuenta, ya no volvemos a saber nada de esas personas, pero tampoco de nuestro dinero ni de nuestro negocio.
Internet ha crecido exponencialmente en la última década, y con el ello el comercio electrónico, pero lo que es peor, el fraude y el engaño también ha crecido exponencialmente conjuntamente al comercio electrónico.