En años recientes, y en relación, entre otros factores, con la crisis de los Grandes Relatos y la consiguiente necesidad de buscar nuevas gramáticas históricas y políticas, los estudios literarios vuelven a plantearse qué lugar ocupa la literatura en-el-mundo. La literatura se expone así a su politicidad desde perspectivas renovadas que van de las comunidades de sentido a su relación con la biopolítica, la relectura de las utopías, de la nuevas gramáticas narrativas o la potencialidad disidente de las instituciones, entre otras. Estamos ante el giro político de los estudios literarios. Fundamentales en este giro son las propuestas de Jacques Rancière, para quien la literatura «es indisolublemente una ciencia de la sociedad y la creación de una mitología nueva». Por este motivo, el libro está precedido por un capítulo del autor francés y un bloque de textos dedicados al análisis y discusión de algunas de sus propuestas. Los bloques II y III proponen un debate más amplio con otros autores contemporáneos: el bloque II, atiende principalmente a la relación con las ideas literarias de Althusser. Mientras que el bloque III, que contiene un trabajo de Erika Fischer-Lichte, pone en diálogo crítico la estética performativa con el teatro de la igualdad de Rancière.