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Los museos de historia suelen ser espacios en donde el pasado permanece disecado; y disecar, según común definición, es preparar un cadáver para que conserve la apariencia de cuando estaba vivo. Esta ha sido precisamente, durante décadas, la función del museo cuando su objeto de estudio es la historia: preparar su cadáver cual si estuviera viva. Pero la historia viva es una entelequia; el momento histórico es un cruce evanescente y momentáneo de transición entre pasado y futuro. La auténtica historia viva no está nunca en el museo, pero su herencia se puede leer, intuir o detectar en las calles y plazas de pueblos y ciudades, en el trepidar de las máquinas, en las expresiones populares, en el subsuelo de nuestros campos. Por el contrario, lo disecado es lo que ya no tiene vida; tan solo apariencia de vida. ¿Cuál es la historia que transmiten los museos de historia?, ¿de qué forma lo hacen? Sabido es que la historia, en el museo y fuera de él, suele ser usada para manipular el pensamiento colectivo, para generar identidades excluyentes o para justificar matanzas y guerras. Sin embargo, para poder ser utilizada como arma perversa al servicio de intereses espurios, es necesario desposeerla de todo aparato crítico, amputarle partes esenciales o falsear el papel de personajes faltos de toda humanidad. Por estas razones, se puede asegurar que los pensamientos totalitarios, y las aberraciones del sentido común a las cuales son sometidos a veces los pueblos y las colectividades, solo son posibles cuando el cuerpo social ha sido desposeído previamente del conocimiento crítico de su propio pasado y del pasado de los demás pueblos. Por eso, cualquier intento de envilecer la política suele ir precedido de la aniquilación de la historia como disciplina científica. En esta tarea de adoctrinamiento, la historia es un material que estorba, y solo se puede permitir que exista si está al servicio de la barbarie. No ha existido jamás una dictadura o un totalitarismo que no se inspirara en supuestos valores históricos previamente castrados y manipulados? El discurso de todo museo de historia debe, pues, hacer frente a esta evidencia insoslayable, a la vez que ha de tender la mano a los desafíos planteados hoy por la museografía interactiva, que sin duda habrá de obligarlos a reestructurarse para no seguir siendo ellos mismos, también, piezas de taxidermia. Joan Santacana i Mestre (Calafell, Tarragona 1948), arqueólogo, museólogo y didacta, fue discípulo de J. Maluquer de Motes y de M. Tarradell en la Universidad de Barcelona, donde se licenció en arqueología e historia antigua en 1973. Fue catedrático de geografía e historia en la enseñanza media. Se doctoró en pedagogía por la Universidad de Valladolid en 1994. Profesor de didáctica de las ciencias sociales en la Universidad de Barcelona, fue miembro fundador del grupo de renovación didáctica Historia 13-16 y, junto con Francesc Xavier Hernàndez Cardona, del Taller de Proyectos de Museología y Patrimonio (Didpatri) de la citada universidad. Ha sido también uno de los máximos impulsores de la museografía didáctica en España, así como el promotor de algunas de las primeras iniciativas en la reconstrucción in situ de yacimientos arqueológicos en nuestro país. Como museólogo, es autor de numerosos proyectos de intervención en museos, centros de interpretación, conjuntos patrimoniales y yacimientos arqueológicos. Miembro de diversas sociedades científicas, es fundador de la revista de museología Her&Mus (en esta editorial). Entre sus publicaciones recientes sobre museografía cabe citar Enseñanza de la arqueología y la prehistoria (con F. X. Hernàndez Cardona, 1999), Museografía didáctica (coord., con Núria Serrat, 2005), Museología crítica (con F. X. Hernàndez Cardona, 1999), Museo local: la cenicienta de la cultura (con Nayra Llonch Molina, 2008), Ciudad educadora y patrimonio. Cookbook of heritage (con Laia Coma Quintana, 2010) y Manual de museografía interactiva (coord., con Carolina Martín Piñol), las cuatro últimas en esta misma colección. Francesc Xavier Hernàndez Cardona (Barceloneta, 1954) es historiador y catedrático de didáctica de las ciencias sociales en la Universidad de Barcelona. Fue autor y coordinador del proyecto histórico-museográfico del Museo de Historia de Cataluña. Ha participado en el diseño y dirección de numerosos proyectos museológicos y museográficos y ha ejercido como investigador principal en proyectos competitivos. Entre el 2003 y el 2006 ejerció como director general de Investigación de la Generalitat de Cataluña. Está especializado en historia y patrimonio militar. Fue pionero en la excavación arqueológica de campos de batalla en la península ibérica. También cuenta con una relevante activad en el campo de la iconografía histórica. Es codirector de la revista Öber. Didáctica de las Ciencias Sociales, Geografía e Historia.