Este libro fue escrito con dos objetivos: el primero, informar; el segundo, para consolar.
Padres de familia, que aman a sus hijos y tuvieron a uno de ellos ausente de sus hogares por desencarnación, les recuerdo que no los perdieron. Una vez amado, siempre amado. Y este hermoso y puro sentimiento de amor no hace más que aumentar, sin importar la distancia. La vida siempre nos ofrece el reencuentro. Sé cuánto se sufre con la desencarnación. Dios no separa a los que se aman. Nada termina, siempre estamos vivos y este amor paternal es como la luz que siempre alumbra.
Rosângela